Bajo la lluvia, los Matatrolls cavan las tumbas de sus amigos, y luego vuelven a la costa para reembarcar. Con la tripulación muy desmoraliza, descartan continuar hacia el norte en busca de la guarida de Kenneth.
Así que suben a su andador marino, que con sus cincuenta patas les lleva rumbo al Mediodía y a su
hogar de Thanet. No obstante, y ha recomendación de Thorlot hacen una parada en el camino en la ciudad de Venta Icenorum, la antigua capital de los icenos, la tribu de la terrible Boudicca, Boadicea para los romanos, que estuvo a punto de expulsarlos de la Isla de los Poderosos. La retirada romana a permitido a los icenos levantarle un gran monumento funerario a la entrada de la ciudad. En lo alto de una colina, doce menhires rodean una elevación sobre la que hay una estatua de la gran reina caída, de un tamaño doble del natural.
La Gran Boudicca |
Al cuidado de este santuario hay un anciano druida llamado Carawyr que resulta ser... ¡El abuelo materno de Thorlot!. Que afortunada casualidad.
En cualquier caso la influencia de Carawyr ayuda a que los personajes puedan acceder a la ciudad y su mercado sin problemas, comprando regalos para la boda que pronto ha de celebrarse en Thanet entre Gytha, la hermana de Rowenn y Hama, el hermano de Marek. Otros bienes y servicios como una magnifica cota de malla, aún están fuera del alcance de los Matatrols. También pueden probar nuevos vicios como unas semillitas negras llamadas opio que si se queman en un utensilio alargado y estrecho que termina ensanchándose en una pequeña cazoleta producen un humo sumamente relajante y que expande la consciencia, o eso dicen Wulfric el escaldo y Tullio el romano que lo han probado.
Y por fin llegan a Thanet, celebrándose la boda por todo lo alto aunque el novio trate de escabullirse hasta el ultimo momento, pero las nornas no están de su lado. La fiesta es alegre y no falta nada debido a que Marek no ha reparado en gastos, hay carnes de todo tipo y en abundancia, capones asados, codillos, caretas de cerdo, costillares de buey, estofado, vino de la Galia, la mas fina hidromiel, pasteles y dulces.... Las mesas están a punto de reventar de exquisiteces y todo es alergia y disfrute. Nada turba el jolgorio, ni siquiera la inesperada llegada de Guerd Latik, un hombre de confianza del rey de Jylland, Olaf. Cual es su misión nadie lo sabe, pero habla largo y tendido con Hedriss y Vagn. Como tanto tiempo ha temido Jorun, finalmente han llegado noticias a la corte de Ribe del destino de los dos perjuros, el hijo y la prometida del jarl de Odense.
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