Hace mucho tiempo, en unos grandes almacenes de Dublin, un chico al que sus padres habían enviado a pasar un mes de verano en un país angloparlante, vio una llamativa caja roja en un estante.
En la caja roja se veía a un guerrero combatiendo a un Gran Dragon Rojo. El chico ya había visto el dibujo antes, en unos libros de tapa negra, pero, por las razones que fueran, esa vez era la primera que veía la Caja Roja. Decían que con esa caja podías hacer historias como la de los libros. Tus propias historias.
El chico compro la caja. Quizás si el precio hubiera estado en pesetas no lo hubiera hecho, pero estaba en libras y no se lo pensó dos veces. También compro algunas miniaturas de la Ciudadela o algo así, orcos, héroes, incluso un pequeño dragón.
Y Así Empezó.
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