Al llegar de la cacería ,o combate según el gusto de cada cual, con los cadáveres de los espeluznantes jabalíes rojizos colgando, los matatrolls son abordados por Kjallak, que examina detenidamente a las criaturas y pide a Jorun que le deje uno de los cuerpos para examinarlo detenidamente.
Kjallak y Thorlot se retiran a uno de los cobertizos donde se sacrifica y se despedaza a los animales. Cuelgan al jabali boca abaja, atando las patas al techo y colocan un fuego largo bajo el cuerpo. Cuando esta bastante caliente, empiezan a desangrarlo, y luego lo abre en canal, extrayendo las visceras una a una. Al llegar al corazón y el hígado los dejan a un lado, al ver que es donde se concentra la fuerza mistica de la criatura.
En un brasero, arrojan ambas vísceras y empiezan a invocar al Padre de Todos, Woden. Para su sorpresa, responde y aparece en un rincon, envuelto en una capa gris, con un sombrero de ala larga, y Huginn y Munnin sobre sus hombros.
Paralizados los hechiceros apenas se atreven a hablar, pero la curiosidad acaba venciendo a la prudencia. Tras comprometerse a cumplir lo que pide Ygg, Kjallak y Thorlot pueden interpelar al mas Sabio de Todos.
La reina Mab esta en guerra con los sajones, no cederá, ni pactara, porque los quiere fuera de su tierra. No hay compromiso ni tregua posible con ella, solo guerra.
Woden esta harto del comportamiento veleidoso de Jorun y su falta de respeto por las costumbres ancestrales, si los beorlingas no quieren incurrir en su desaprobación, y que todas sus bendiciones recaigan sobre Hengest , biznieto del Tuerto, quizás deban buscarse otro heredero de Hlothere.
El anciano abandona la estancia tan discretamente como llego, dejando, como es su costumbre, más preguntas que respuestas, más dudas que certezas.
El inverno llega a su fin. Un inverno duro, en el que el clan sufre constantes ataques de los Torc Fuilteach, o los Cerdos Furiosos, como empiezan a ser llamados. Las cosas están revueltas, los recursos del clan al limite. La gente protesta y pide al earl que castigue a los britanos que aun viven en el territorio del clan, culpándonos de haber invocado a los Cerdos.
Hay otros cambios. Wulfric asume su paternidad y no utiliza su derecho de abandonar al recién nacido. Cree que el niño necesita una madre y empieza a buscarse una esposa. Kjallak el thulr, también parece haber dado un giro a su vida, empieza a versele sin mascara. Quizas tenga que ver en todo esto su intención de crear una organización que agrupe a todos los wicca y godar de los sajones en Bretaña, para poder medirse con esa Hermandad Druidica britana de la que tanto se habla.
Con Marzo y el deshielo llegan noticias de la corte del Alto Rey. Vortigern convoca un colegia para principios de Abril, en Londinium. Tras ponderar si ir o no ir, Jorun decide ir. Lo harán por vía marítima y remontando el Tamesis, y junto a la heredera de Hlothere van los matatrolls y 40 grajos.
El viaje transcurre sin incidentes, hasta que amarran en la isla de Thanet, la misma tierra que dejaron hace año y medio. La recepción no es amistosa, un tal Ine, en nombre de su señor Siward les impide salir de la playa y les ordena que deben marcha al alba. Sin embargo durante la noche, Ine se acerca al campamento en secreto y se entrevista con Jorun entre las dunas. Siward es secretamente partidario de Horsa y esta preparando su vuelta para recuperar su corona, pero debe mantener las apariencias. Ine y Jorun comparten información y pactan claves para futuros contactos.
Por si esto no fuera suficiente para hacer la noche memorable, de las oscuras aguas del Mar del Norte, surge una hueste de criaturas verdosas y escamosas, con horribles ojos de pez y dientes afilados. En sus rasposas gargantas claman venganza por pasadas ofensas. Los Hijos de Ran han venido a vengar a su hermano, cuyo cráneo luce en el mascaron de proa del viajero marino que ha traído a los beorlingas a las playas de Thanet.
Pero son seres débiles y desorganizados. Los matatrolls y los grajos forman escudo contra escudo y los ponen en fuga. En la arena quedan tres grajos y una docena de trolls marinos, y los Eotenbanum claman victoria rompiendo el silencio de la noche.
Al día siguiente, tras intercambiar insultos, amenazas y bravatas con Ine y sus guerreros, el caminante marino toma la senda plateada del Tamesis, remontandola hacia la antigua capital provincial. Pero cuando solo se encuentran a unas veinte millas de esta, descubren una hilera de naves que bloquea el paso. En ellas hay colgadas banderolas amarillas con motas rojas, el simbolo de la plaga.
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