Dejamos a los beornlingas contemplando desde lo alto de una loma el asentamiento de Hageneise, arrasado por una horda de enajenados seguidores de algún culto oscuro e inquietante, unos individuos que se visten (o más bien se cubren la cabeza y la espalda) con pieles de animales y se dedican a realizar sacrificios humanos.
Los PJ deciden atacar primero. Wulfrig abre fuego primero lanzando un flechazo al druida del grupo y los demás embisten cuerpo a cuerpo ladera abajo. Sin embargo, la necesidad de cubrir un espacio hasta sus objetivos hace que el primer asalto de combate lo consuman desplazándose. Una vez trabado el combate las cosas empiezan bien para ellos, el enorme hombre cabra debe recibir un fuerte golpe destinado al hechicero.
Los beornlingas no tienen demasiado respeto por sus enemigos y eso esta a punto de volverse contra ellos. El druida, herido y todo, es capaz de hacer surgir grandes raíces negruzcas del suelo que envuelven a Oswulf el berserk y lo dejan desarmado y a merced de sus enemigos. Recibe una herida, pero Marek lo libera cortando con precisos tajos de su espada las repugnantes ligaduras que gotean una savia negra y espesa.
Superado este bache, los PJ se reagrupan y lanzan un ataque firme y decidido y consiguen acabar con los Daonie. Estos luchan duramente y se colocan varias veces en el camino entre las armas sajonas y su lider, pero al final caen todos y este es capturado.
Oswulf ha sufrido una herida, pero cuando Marek va a curarsela recurriendo al poder de Cristo, Kjallak se lo impide, diciéndole que ni el, ni los demás beorlingas quieren saber nada del Dios del Madero.
El interrogatorio del druida no aporta nada nuevo, así que acaban con el y se ponen a seguir las huellas dejadas por los prisioneros y sus vigilantes. El rastro continua por una garganta entre taludes, un lugar perfecto para una emboscada, como asi es. Un gran grupo de Daoinie Amhii atacan a los PJ precipitándose desde lo alto.
La pelea es feroz, aunque entre Rowenn y Oswulf casi despachan a los dos beitioch que encabezan el ataque nada más empezar este, luego el ataque de los hombres-perro se concentra en el berserk, y en el arquero Wulgrig. Oswulf sufre varias heridas y casi no puede más, Marek debe colarse varias veces entre el y los hombres perro para salvar su vida, y tras el combate, para pesar de Kjallak, Marek usa el poder del dios cristiano para sanar las heridas de Oswulf y que este listo para el combate. Al thulr no le queda esta vez otro remedio que transigir por el bien mayor.
Siguiendo el rastro del resto de los Daoine, los PJ empiezan a internarse en zonas de bosque cada vez mas espesas. En algún momento, empiezan a oír un ruido sordo, un retumbar que cada vez se hace mas fuerte. Finalmente, la espesura se aclara repentinamente en un gran claro, donde contemplan una escena de pesadilla. decenas y decenas de figuras semidesnudas, pintadas con espirales azules, danzan en circulo. En el centro de este circulo de carne y sangre viviente, hay otro circulo de piedra, formado por doce piedras erguidas, el doble de altas que un hombre. De cada piedra cuelga un cadáver recién sacrificado, colgado boca abajo, con la garganta abierta. La sangre de hombres y mujeres, fluye sobre la superficie de roca siguiendo leyes antinaturales, resaltando los bajorrelieves de espirales, lineas y bestias que decoran los menhires.Por ultimo, en el centro del circulo de piedras, se yergue un inmenso roble, cuyas ramas ocultan el firmamento nocturno, como si quisieran engullir las estrellas.
Muchos se arredrarían ante una visión así, pero los Matatrolls, los mejores de los beorlingas, que vencieron la maldición que ocultaba la Gran Isla, que cabalgaron los corceles de Epona, y acabaron con el gusano Smitgis, no se arredran. Junto a una gran roca, Kjallak , thulr de grand poder y sabiduría, traza poderosas runas para invocar la ayuda celestial. Rasga los velos entre los Nueve Mundos, y convoca a los einherjar, los caídos gloriosos que moran y festejan en el Walhalla.
Y es bueno que lo haga en este momento porque la madera del Gran Roble, parece haber cobrado vida, en el tronco empieza a dibujarse una silueta humanoide, de enormes proporciones. Primero aparece un brazo, luego una pierna, poco a poco van emergiendo de la madera miembros de colosal tamaño, partes de un gigante de tiempos olvidados. Algunos de los hijos de Beorn, que han estudiado los mitos y leyendas de los britanos, saben que el ser que esta emergiendo del árbol no es otro que Cernunnos, el Astado, el dios del bosque primordial.
Son la colosal talla y la reputación del ser que esta emergiendo del árbol los que llaman la atención del ultimo actor del drama. Cuando los valientes einherjar están a punto de emerjer del Velo, subitamente, el portador de Mjolnir, el asesino de gigantes, se planta en medio y reclama para si el honor de enfrentarse al enorme monstruo de madera.
"Yo Soy Donar Wodenson, el que golpea como el rayo, el azote de gigantes. Dejadme a mi esta pelea". Dicho y echo, el Dios del Trueno cruza el umbral y golpea con su gran martillo al dios del bosque que ruge un desafió en respuesta.
El tiempo del disimulo ha pasado y ha llegado el de la atroz contienda. Marek, Rown y Oswulf forman hombro con hombro con la gran roca a su espalda. Wulfrig se sube a ella para disparar sus flechas mortíferas. Los demás se parapetan en el espacio entre la roca y el triangulo formado por los tres guerreros, y tratan de ayudar como pueden a mantener la delgada linea roja.
La formación se ha adoptado justo a tiempo, por que los fanáticos adoradores del Astado se precipitan como un mar embravecido contra los guerreros sajones. La hoja de Rhowen, forjada por los jotum, siega vidas cual guadaña en el campo estival. Oswulf, lleno de rabia divina, ataca con sañudo abandono y abate a incontables enemigos, Marek trata de no quedarse atrás, pero es dificil alcanzar en la brega matando con una sola mano a los que lo hacen con dos.
Los pájaros mortíferos de Wuflrig y los mordiscos del lobo de Kjallak, tambien hacen morder el polvo a unos cuantos, y las palabras de aliento de Jorun, los enardecen y los animan a seguir combatiendo.
Si epica es la lucha de los mortales, la de los dioses no lo es menos. El aesir puede haber golpeado primero, pero durante varios lances es el quien encaja los golpes del dios britano y sus puños de madera. la tierra tiembla ante los golpes del gran Cernunnos, y el bosque se llena de chispas y cenizas, mientras los truenos retumban como si hubiera llegado Ragnarok, cuando el dios pelirrojo cae a tierra, bajo el impacto de los enormes puños de madera. Pero siempre vuelve a alzarse.
La sangre de Seaxneat se mantiene firme, y los cadáveres de sus enemigos se apilan ante ellos. Tantos son, que los Daoinie Amhii ya no pueden llegar a ellos. Entonces deciden empujar los cuerpos apilados para tratar de aplastarlos contra la roca. Los tres guerreros deben trepar apresuradamente sobre la roca. Y entonces ocurre.
El hijo de Woden, invoca toda su furia, y con un gran golpe de Mjolnir, revienta el titanico pecho de Cernunnos. Al caer el dios, el Gran Roble estalla en llamas, y se consume en un instante, creando una terrible ola de calor e impacto, que consume arboles y cuerpos. Los adoradores del dios astado se convierten en cenizas ante los ojos de los beornlingas, y ellos mismos casi perecen en medio de las colosales energías liberadas.
Pero una vez, más, heridos, cortados, golpeados y casi abrasados, consiguen sobrevivir. En ese momento, de las cámaras enterradas bajo el tocon del Gran Roble, surgen los supervivientes de Haguenaise. El holocausto de fuego no les ha alcanzado al estar bajo tierra. Agradecidos, ayudan a los derrengados héroes, y les conducen de vuelta a su asentamiento, cruzando un bosque de troncos negros y quemados, mientras las cenizas llueven sobre ellos como si fueran las nieves del invierno.
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