Seguimos en la pintoresca manteocracia de Itanos, donde un nuevo aventurero se ha unido al grupo: Cleonte el ateniense. Cleonte conoce a los demas jugadores en la posada, donde estaba usando su labia para convencer a los parroquianos de que el tiene la que puede ser la oportunidad de sus vidas: un viaje de comercio a las islas del estaño. Sus argumentos suenan convincentes, y la clientela, que es bastante pudiente, empieza a mostrar interes. Sin embargo, los demas aventrureros, y Perseo en especial (que ha reconocido a Cleonte como "un panoli al que gilo una bolsa feten") intentan entibiar los animos de la concurrencia. Poco despues Alcibiades y Perseo se retiran a sus habitaciones, dejando a Argiaco y a Cleonte conociendose mejor mientras comparten una cratera de vino. Subitamente, ven que tres hombres con panoplias a medio poner, cruzan la calle corriendo.
Intrigados deciden salir a la calle y seguir a los ciudanos-soldados, que al parecer estan por todas partes y se dirigen hacia el puerto. Al llegar alli ve a aproximadamente un centenar de ciudadanos disparmente equipados intentando formar una falange.
Enfrente, justo en el camino hacia el quinquirreme cartagines, El Puño de Baal, lo que parece una falange de soldados, con una luna creciente en sus hoplones. Son cartagineses dicen los soldados. El oficial a cargo de las fuerzas, Efaprodito, pregunta a los pjs quienes son y que hacen aqui en medio de la nocha. Las cosas empiezan a ponerse tirantes cuando los hoplitas empiezan a gritar asombrados: ¡¡¡se han esfumado, los hoplitas cartagineses han desaparecido en un abrir y cerrar de ojos!!!.
Anfion y Cleonte aprobechan para escabullirse. Sin embargo, al poco se detinenen. Un gran incendio parece haberse iniciado en los almacenes del puerto. Y en donde se encuentran las embarcaciones piratas, tambien se ven llamas. Suben rapidamente la cuesta que lleva a la ciudad alta y vuelven a la posada, despertando a Perseo y Alcibiades, para informarles de lo ocurrido; de como estan ardiendo los almacenes y los barcos de los piratas. Debe tratarse de algun vil ardid punico. Pero cuando el agil Perseo trepa a un tejado, para poder observar por encima de la apiñada multitud (ya esta en pie toda la ciudad, y nadie quiere perderse el espectaculo), ve que las penteconteras piratas no estan en llamas, sino que se dirigen en fila india hacia la embocadura del puerto. Las llamas son grandes fanales que han encendido en las proas para poder navegar de noche.
El astuto Androcles ha dejado a los cartagineses encerrados en el puerto de Itanos y sin suministros, ya que con los almacenes han ardido viveres y demas elementos imprescindibles para que el Puño de Baal pueda continuar su singladura. Ahora solo debe esperar en alta mar a que el navio intente una salida desesperada.
Pero aun hay una oportunidad, Antipatro, el espia al que los jugadores conocieron en el cabo Malea, tiene una idea. Si emplean la pequeña esguife que los pjs dejaron en una cala cercana a Itanos, pueden intentar llegar a la relativamente cercana Rodas. Rodas es uno de los puertos mas activos del Mediterraneo, y alli sera facil conseguir un barco con aprovisionamiento para que la quincuarreme cartaginesa pueda llegar hasta Tiro. Tras una rapida libacion en honor de Poseidon, los viajeros zarpan una hora antes del alba, y con el viento de su lado, al llegar el ocaso, pueden ver resplandecer dorado y carmesi al gigantesco Coloso de Rodas.
En Rodas, los aventureros deciden que es un buen momento para hacer negocio. Invierten la paga de Antipatro en aceite de oliva, y cargan tanto de el como se atreven en su barca. Y, tras pasar una sola noche en la Isla de las Rosas por cortesia de Cartago, vuelven a zarpar hacia Itanos. Mientras, Antipatro encuentra un buque mercante cargado de abastos y municiones, con los que el Puño de Baal podra concluir su singladura hacia Tiro.
Haciendo gala de una gran pericia marinera , logran hacer un reconocimiento de la disposición de las cinco penteconteras piratas para el bloqueo, consiguiendo no ser vistos. Dejan de nuevo su esguife en la cala y en un pueblo de pescadores cercano contratan a un carretero algo aprovechado que les cobra dos dracmas por llevar sus tinajas de aceite hasta el agora de Itanos. Alli Cleonte las subasta obteniendo un beneficio del 200%. Mientras el resto habla con Hanon, uno de los Amos de la Purpura embarcados en el Puño de Baal, y le informan de como burlar el bloqueo. Al poco el navio cartagines zarpa del puerto y tras burlar el bloqueo con facilidad gracias a la informacion que han proporcionado los aventureros, se reune unas horas despues con el mercante contratado por Antipatro.
Es entonces, cuando creen que el peligro ha pasado y estan con la guardia baja cuando aparecen cuatro velas en el horizonte. Androcles no ha soltado su presa y contra todo pronostico ha convencido a los piratas de continuar con la caza una vez que los cartagineses han dejado atras Creta. Los punicos no tienen muchas opciones, ya que han sido pillados por sorpresa. El puño de Baal no tiene otro remedio que mantenerse a la par del mercante, cuyo capitan no es muy diestro y que depende por completo del viento para desplazarse, para protegerlo de las cuatro embarcaciones corsarias. Los favores de Tyche son invocados constantemente mientras la nave de guerra sufre los embates de los espolones de los piratas y estos tratan de no perder contacto. Las flechas y las hondas caen por doquier. Varios personajes son heridos y el pobre Cleonte queda a las puertas de la muerte. Pero finalmente, tras sufrir un monton de perdidas y no haber podido hundir el Puño, los piratas se dan por vencidos y el viaje sagrado puede continuar.
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