miércoles, marzo 28, 2007

PASA EL TIFON FANTASMA

Para quien interese voy a ir colgando las andazas de mis jugadores aqui. Empezando por la partida del domingo pasado:

PRIMER CAPITULO: LA PRIMERA NOCHE DE OTOÑO
Ultimo dia del Verano y primero del Otoño en la desembocadura del Rhoyne.

Anochece un dia como cualquier otro sobre la ciudad de Zoida, junto al enorme caravasar lleno de mercancías e individuos exoticos un grupo de dothraki estan reunidos alredor de una hoguera. Son unos adolescentes, ninguno mayor de 16 años, ataviados con ropa y peinados extravagantes. Dos de ellos parecen enfrascados en una discusión cuyo tono va subiendo lentamente. Finalmente uno de ellos saca su arakh y hace un gesto retador hacia el otro. Se cruzan dos miradas aceradas y da comienzo un intercambio de golpes tan rapido como letal, que deja a Dargo, hijo de Sargo caido y con el brazo de la espada inservible. Su oponente, Megaro, jaleado por los demas dothraki, decapita a Dargo sin contemplaciones, rubricando asi su jefatura sobre los más jóvenes e inadaptados de la avanzadilla dothraki que ha llegado hace unos dias a Zoida.
Tras este acontecimiento casi cotidiano para los dothraki, el pequeño destacamento de caballeria al mando de Luatha, hermano mayor de Megaro, se prepara a pasar la noche. Luatha apenas puede ocultar su impaciencia por dejar atrás este villorrio y cruzar el colosal Rhoyne para seguir su camino hacia las Tierras de la Discordia. Pero el grueso de la tropa mercenaria a las ordenes de Kordo Vaer, aun esta a un par de dias de camino. Hay que esperar no queda otra. Asi que tomandoselo con filosofia, prepara a su pequeña hueste para pasar la noche. Es una calurosa noche de verano, y si puede dormir tranquilamente al aire libre. De hecho es la manera mas comoda de dormir con este calor asfixiante y pegajoso.
Sobre medianoche, Megaro divisa una luz en el horizonte austral, a una distancia de mas de 15 millas, por lo que calcula que debe tratarse de una gran hoguera, al poco a una distancia de unas 5 millas se enciende otra en respuesta, y entonces alerta a su hermano y lider de lo que esta ocurriendo. Mientras un fanal se ha iluminado en respuesta en lo alto de la imponente estructura que corona Zoida, la ciudadela valiria conocida como el Espigon.
Pronto corre la voz por todo el caravasar de lo que ocurre y estallan los rumores: “son los corsarios de Eliria” dice uno, “son incursores dothraki” le responde otro, ignorando que el mortifero Axucory conoce el bajo valyrio en que se expresa. Otras teorias se propagan. Es el ejercito de Mantarys que se ha puesto en marcha para acabar con el molesto Dives Amilro, amo y señor de Zoida. Es alguna catastrofe natural. Finalmente alguien dice el eterno “hay que largarse de aqui”, y en un abrir y cerrar de ojos una multitud de mercaderes, bestias de carga, guardaespaldas, vendedores y demas chusma, que se llevan por delante a varios de los escribas del caravanserai que tratan de poner orden.
La turba se dirige hacia el ferry que cruza el rio, con la esperanza de ponerse a salvo al otro lado de este. Mientras tanto los dothraki, aunque llevan listos y montados desde que Megaro dio la alarma, aun no saben que curso de accion tomar. Al principio han discutido la idea de salir en descubierta para averiguar que es lo que ocurre, pero han decidido que no es una idea factible en medio de la noche. Finalmente han decidido que lo mejor es alejarse de la ciudad esperando que el alba traiga claridad en todos los sentidos.
Pero al ver a la turba desencadena deciden que deben colaborar para controlarla. Luatha despliega a sus hombres formando un cordon ante el transbordador. La masa se detiene un momento, y se hace un silencio de muerte, que se quiebra cuando uno chilla “no quieren que nos vayamos para que los demas saqueadores dothraki puedan saquearnos”, la masa empuja y empiezan a volar piedras, Luatha ordena recurrir a los latigos, y al comprobar que estos no bastan, a las espadas. Los dothraki cargan con sus mortiferos arakhs, causando varios muertos y heridos pero acabando con la turba. Desde lo alto de la torre que guarda el ferry, uno de los peltastas rojos les da las gracias y les asegura que sus acciones no caeran en saco roto.
Al romper el alba los primeros rayos del sol arranca destellos dorados de unos enormes ingenios que se han colocado en lo alto de la ciudadela. Son como enormes arboles de navidad sin hojas, con una fina red dorada colocada entre las ramas. Para los dothrakis no significan nada, pero para otros son el signo inequívoco de que se aproxima el temido Tifon Fantasma.
Una cacofonía de gritos de pavor, letanias musitadas o gritadas, maldiciones a los dioses... Luatha arranca a golpes una explicación a un hombrecillo calvo que no responde a sus preguntas mientras se arroja tierra por encima sin cesar y ejecuta genuflexiones. El Tifon Fantasma es una terrible tormenta que se desencadena al principio de cada Otoño. Procede de los mares embrujados donde antaño se alzaba la caida Valyria, y en su interior estan capturados los espiritus de los muertos en la terrible Perdición que la destruyo. Tambien habitan en su seno los perversos Duendes de la Tormenta o Centellas.
Durante una hora el caravasar aguarda con el alma en vilo, hasta que se abre la puerta de los forjadores y de la ciudad sale una pequeña comitiva a caballo. Al frente va uno de los heraldos de Dives , que al llegar junto al caranvanserai empieza a leer una proclama. En la misma se anuncia la llegada de la temida tormenta, asi como el final del Verano. Seguidamente recita una serie de tarifas que se han de pagar por persona, animal, esclavo y fardo de carga para poder refugiarse en la ciudad y gozar de la proteccion de sus muros, encantados por los “doctos sabios de la antigua y poderosa Valyria”. Por ultimo anuncia que Luatha y sus seguidores no han de pagar tarifa alguna ni por si mismos ni por un caballo por cabeza. Como cada uno ha traido dos caballos, y alguno un esclavo, Axucory y Luatha tiran de su reserva de monedas de oro para franquear el paso a los demas.
En la puerta se encuentran un autentico carnaval, sacerdotes rojos de R`lor lanzando sermones apocalipticos, guardias y funcionarios conduciendo a los refugiados hacia los lugares que se les han designado en los barrios abandonados de la ciudad y buhoneros que venden amuletos en forma de triple lazo para protegerse de las Centellas.
En medio del gentio, y mientras ultiman un trato con uno de los vendedores de amuletos, se les acerca un individuo que dice ser mayordomo de uno de los nobles de la ciudad con una propuesta para ellos. Su amo y su familia han sido invitados por Dives a pasar la noche en el Espigon, cuyos defensas magicas son mucho mas fuertes que las de la ciudad, un privilegio reservado a los poderosos y los que cuentan con el favor del gobernante. Mientras quiere que los dothraki, cuya maestria en el trato con caballos es proverbial se ocupen de la seguridad de sus corceles, su casa y sus bienes. Ha cambio les recompensara con largueza y ademas pasaran este trance en su mansión en vez de una choza de adobe semiderruida como van a hacer tantos desgraciados.
La eleccion no es difícil y el mayordomo les conduce a una mansión fortificada en la parte alta de la ciudad. La voz de la presencia de los dothraki corre, y pronto llegan mas sirvientes acompañados de recuas de caballos, sin embargo deciden aceptar solo unos pocos más.
Según avanza el dia el viento va arreciando más y más. Al llegar la noche ya es tan fuerte que las tejas se caen, las cornisas se derrumban y las nubes de polvo ponen nerviosos a los caballos. Nuestros amigos se ven obligaodos a salir de la mansión señorial, con ventanas y puertas trabadas, para calmarlos. Poco después empieza un terrible aguacero que dura varias horas y tienen que calmarlos de nuevo. Pero lo realmente terrible y extraordinario empieza poco después. El aire se llena de chilidos dementes, como los de un niño enloquecido de voz particularmente agudo, son las Centellas o Duendes de la Tormenta.
Los relinchos aterrorizados de los caballos obligan a salir de nuevo al exterior. Entonces pueden ver a las centellas, enormes y pulsatiles esferas de luz blanco-azulada, que recorren el aire de forma errática. Sin pensarselo dos veces, Axucory dispara con una flecha de punta de vidridragon a una de ellas, haciendola desaparecer en una implosion. Otra se precipita sobre Luatha, pero se distrae con el amuleto trilobulado que porta. Megaro no tiene tanta suerte y recibe una descarga de una tercera. Pese a los esfuerzos de Luatha, que trata de clavarle una punta de flecha de vidridragon, la centella empieza a calentar el amuleto y causarle quemaduras. Mientras los demas acaban con otro duende, y finalmente con cierto esfuerzo acaban con la de Luatha, ya que deben usar armas de cuerpo a cuerpo.
El pánico ha causado estragos entre los caballos, 8 de ellos han muerto o tendran que ser sacrificados. Megaro esta herido, pero los poderes del chaman, inusualmente fuertes en medio de esta tempestad sobrenatural.
Los dothraki descansan por unas breves horas, entre los ruidos de los chispazos cuando los duendes se estrellan en los hilos de cobre de los paraduendes, los gritos de los electrocutados, los chillidos enloquecidos de las centellas y el crepitar de las llamas de los incendios. Por un momento Megaro abre una de las ventanas y ve como una de las centellas cae en los paraduendes. Un fulgor azulado va desde el lugar donde ha impactado hasta la base del objeto, y cuando la alcanza, hace que un destello azulado se propague por todas las murallas haciendo que por un instante, se ilumine un entramado de venas azules.
La vigilia se interrumpe cuando empiezan a oírse nuevas voces en el pandemonio de la tormenta. Voces llenas de ira y odio, que hacen estremecerse hasta el curtido Zarko, mercenario experimientado en mil batallas y que se jacta de que lo ha visto todo. A veces, a los que saben algo de valirio les parece entender alguna palabra, palabras como Muerte o Desesperación. Y hasta una frase Valar Morgulis , todos los hombres deben morir.
Subitamente, empiezan oirse crujidos por doquier, tanto en el techo como en el suelo, como si algo viniera en camino a traves de la madera. Los guerreros se organizan en cuatro grupos, los más jóvenes dirigidos por Megaro , los otros quince con Axucory, Zarko y Luatha a la cabeza respectivamente. Agazapados, pegados los unos a los otros, con la respiración contenida, aguardan mientras la desconocida amenaza se va abriendo paso a traves de planchas de roble. Entre un frenesi de virutas, aparecen por el suelo una horda de ratas endemoniadas y desde el techo se precipitan gatos con las garras extendidas, bestias con los pelos tan encrespados que su tamaño parece doblarse, poseidas por los espectros del tifon. Pero nuestros heroes aguantan firme, resisten el embate y en unos cuantos golpes certeros acaban con la horda infernal. Al obsrervar los cuerpos de las bestias, ven que estan abrasados por dentro, como si un fuego les hubiera consumido las entrañas. Una vez más las puntas de flecha de vidridragon demuestra que valen el precio que costaron.
Pero no hay tiempo para recuperar el aliento, los caballos vuelven a estar fuera de si, y al salir para calmarlos, y hasta los temarios dothraki dudan un momento antes de hacerlo, ven que dos corceles poseidos estan sembrando el panico entre sus congeneres. Luatha se pone a la cabeza de los que ponen orden en el rebaño, mientras Megaro y Axucory tratan de acabar con los animales, pero por poco son estos los que acaban con ellos. Luatha recurre desesperado a su mayor tesoro, la flecha de acero valirio que le costo 10 caballos en Vaes Dothrak. Usando sus capacidades sobrenaturales, y lanzando una plegaria silenciosa a los dioses, la arroja contra la bestia embrujada y esta es aniquilada por la flecha forjada con el material al que los antiguos llamaban Acero de Dragon.
Agotados, calados por la lluvia, los vapuleados viajeros se refugian en la mansión una vez mas, cerrando puertas y ventanas, esperando que los horrores de esta noche hayan terminado. Pero no hay tregua. Un enorme estruendo se escucha por todo el recibidor de la casa cuando la maciza puerta de entrada es atravesada por el filo de un hacha, Axucory, Luatha, Zarko, Megaro y dos dothraki mas, se situan en cuña con Axucory en el vértice, bloqueando el acceso. Los hachazos cesan, la puerta gime, y se viene abajo, revelando al otro lado algo aterrador, un grupo de media docena de poseidos, con uno de los peltastas rojos, el cuerpo de elite de Amilro. El poseso exclama: “Valar Morgulis” y sin mas ceremonia, la abominación de ojos enrojecidos, con sus habilidades de combate incrementadas hasta lo sobrehumano por el aliento infernal que le da el espectro carga con la lanza por delante. Sin embargo la suerte sigue del lado de nuestros amigos, y pese a que el demonio en forma de hombre se alza una vez tras haber sido derribado, se alzan de nuevo con la victoria.
Fuera a amanecido por fin, por todo la ciudad se alzan columnas de humo y las aves carroñera empiezan a sobrevolar, atraidas por los cadáveres de aquellos que no han podido superar la noche. Los dothrakis saludan victoriosos al nuevo día, ninguno de ellos ha muerto, y solo han perecido ocho de los caballos que cuidaban. Están agotados, pero sienten una intensa sensación de victoria y superación personal. Y unos cuantos saqueadores con más redaños que habilidad no van a hacerles la pascua. Rapidamente dan cuenta de ese monton de desgraciados, que creian haber encontrada una presa facil en los “agotados” dothraki.

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