miércoles, febrero 09, 2011

Diario de Partida XI: En marcha

Un vaso de balsamo de estilo corintio.
     Dejamos a los triniveles encerrados entre las rocas de una inhospita ladera de las montañas del Libano, negociando con una tribu de bandoleros. Finalmente las negociaciones llevadas a termino por Cleonte llegan a buen puerto y los aventureros abandonan el valle bajo la proteccion de la tregua y tras la realizacion de solemnes juramentos.  Sin embargo los perfidos Ben Bauda han encontrado un intersticio en el pacto, y en cuanto los jugadores traspasan los limites de su territorio, lanzan un aullido al unisono para que sus dioses tribales maldigan a los extranjeros, pero estos no los excuchan. Los aventureros llegan a Tiro sin mas novedad.
     Quedan tres dias para que parta la caravana. Cleonte los aprovecha para averiguar cosas sobre los peligros que acechan en el camino de un veterano mercenario llamado Periclo, y Alcibiades para robarle a su desatendida amante elfa, Siobham.
    La caravana parte por fin, tras realizar la tarde anterior un sacrifico solemne a Baal Merkat, el dios del comercio (entre otras muchas cosas).  Vindex, jefe de los guardias de la caravana coloca al grupo de pjs en la vanguardia, entre los encargados de abrir camino. Al de pocas horas estos demuestran su valia emboscando a dos exploradores, matando a uno y tomando prisionero a otro. Se traba de miembros de un clan montañes, y Vindex decide mantener a uno de ellos como rehen para evitar ser atacados mientras pasan por su territorio.
   La caravana avanza por la costa de Fenicia sin grandes sobresaltos. Dos dias despues de dejar Tiro alcanzan Sidon, en un promontorio que se adentra en el mediterraneo en su bullcioso mercado compran amuletos contra el veneno de serpiente y escorpion, estolas teñidas de purpuras y vasos de ceramica corintia llenos de aceites con los que dar masajes a ardientes amantes elficas.

    Cruzar la puerta de Sidon tres obolos, una estola teñida de purpura, 20 dracmas, una vasija de aceite perfumado de Corinto, 8 dracmas. Mantener contenta a la amante elfa que le has levantado a otro pj: No tiene Precio.

   En Sidon son contactados por los Defensores de los Hombres, mediante un trozo de pergamino en el fondo de la escudilla de un mendigo. El mensaje les lleva a un huerto en las afueras de Sidon. Alli en un hueco dentro de una higuera seca encuentran un estuche de cuero con un mensaje en su interior. Cuando lleguen a Tadmor deben buscar a Abdul Ben Hassan, el comerciante de Alfombras.
   Cuando preguntan al respecto, averiguan que Tadmor es la ciudad a la que los helenos llaman Palmira.
     La siguiente parada de la caravana des la ciudad de Beryt, donde sufren una estraña experiencia. Nada mas cruzar las puertas, los arcahemos Alcibiades y Perseo se ven compelidos a acercarse a un promontorio que domina la bahia del puerto. El lugar es un templo del dios Dagon, y  en el hay dos columnas de piedra negra, donde se dice que habita un dragon y que este profetiza a traves de sus sacerdotes. Aunque invisible para los demas, los arcahemos lo ven, una forma fantasmal, alargada como una serpiente que forma anillos alrededor de las dos columnas de basalto. Entoces Perseo tiene una vision:

 El lugar es el mismo pero es un tiempo diferente. El pequeño altar ha sido sustituido por otro mucho mas grande, al que aparece atada una joven. Hay una gran multitud, y entre los pilares de basalto y el altar hay un hombre, cubierto con cota de malla, un yelmo de bronce sin cimera, que lleva una espada corta y un enorme escudo rectangular. El guerrero esta hablando a la multitud y alza el escudo para mostrarselo, luego se vuelve hacia los pilares enarbolando en alto el escudo. _Ahora Perseo puede ver claramente el escudo. Esta pintado de blanco salvo una cruz latina roja. Tambien puede entender las palabras del guerrero, aunque no su significado:"In hoc signo vinces".
  Al sonido de esta palabras la tierra tiembla y las columnas de basolto se agrietan primero y luego se rompen, entre los gemidos de agonia del dragon.

Cuando Perseo vuelve en si, sus amigos le ayudan con la exegesis de su sueño. El hombre parece un legionario romano, aunque nadie sabe el significado de las misteriosas palabras In hoc signo vinces. Los sacerdotes dicen que el santuario ha quedado contaminado y que no podran hacerse profecias durante una semana, mientras se realizan los rituales de purificacion. Perseo les cuenta el sueño y les dice que sin duda es una advertencia contra Roma.

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