Dicen que en una
ocasión, un muchacho inquieto que formaba parte de una caravana
procedente de Assur, la cual estaba a punto de llegar a Tadmor,
ansiando llegar al final del viaje y ver la famosa ciudad, espoleo a
su montura con el fin de adelantarse sus compañeros. Tras cabalgar
una hora empezó a ver las primeras palmeras, luego huertos, canales
y otras obras de regadío y campesinos mushkenu trabajando en ellos.
Finalmente diviso un lago de aguas resplandecientes de color turquesa, y junto
a él una gran ciudad de chozas de adobe y casas de arenisca, con
media docena de altas torres de piedra repartidas entre ellas.
Pregunto a un anciano que estaba escardando un huerto si había
llegado a la fabulosa Tadmor. “Tadmor?.. Esta es Iribala, la Ciudad
de los Magos.
Contrariado, el
muchacho siguió cabalgando alrededor del lago. Junto al agua había
pequeñas casas de adobe de campesinos y campamentos de nómadas
uridimmu, con sus tiendas negras aplanadas y sus rebaños de
dromedarios
pastando, finalmente, llego a otra ciudad. En su centro había un
pequeño zigurat y alrededor edificios construidos al estilo del
imperio. Pregunto a una mujer que estaba cogiendo agua del lago si
esa ciudad era Tadmor. “No, esto es Karum, la ciudad assur.”. El
muchacho, que ya empezaba a enfadarse, pensando que los veteranos de
la caravana le habían tomado el pelo, retomo la marcha de forma
desabrida levantando una nube de polvo. Tras un rato siguiendo la
ribera vio algo tan sorprendente como hermoso. Una magnifica
fortaleza, con murallas de color azulado, punteado con motas de verde
y gris, que brillaba como una joya con los reflejos del sol. Estaba
sobre una colina, y mas que construida, tallada en ella. Bellos
parques y jardines la rodeaban, y el canto de los pájaros y el
sonido del agua corriendo por las fuentes llegaba hasta el joven. En
el interior de las murallas se veían esbeltas torres de diseños tan
exóticos como bellos. Tan extasiado estaba que no vio al guardia que
estaba junto a el hasta que este le grito. Tras detenerse le pregunto
si había llegado a Tadmor. “No, mozalbete, esta es la Ciudadela de
Turquesa, la residencia de la reina Zainab, y los extranjeros no
pueden acercarse a ella”. El muchacho estallo: “Entonces... ¡Por
el miembro de Sargon el Grande, ¿donde esta Tadmor?!”
1 comentario:
Tadmor promete. :)
Publicar un comentario